En un pequeño pueblo, donde las tradiciones y la alegría se entrelazan en cada rincón, nació la pasión por la cerámica que da vida a Bochinche Cabeza de Barro. Se cuenta que hace muchos años, un joven artesano conocido por su carácter alegre y bullicioso, siempre llevaba un jarrón en su cabeza mientras trabajaba en su taller. El pueblo disfrutaba de su contagiosa risa y habilidad para transformar el barro en arte.